Historia del GLP en España

En los inicios, un simple residuo

El uso del GLP fue minoritario durante la primera mitad del Siglo XX. Fue descubierto en la primera década como parte prescindible de la gasolina y responsable de su evaporación. Posteriormente el refino de la gasolina consiguió separarla de estos gases, butano y propano.

El GLP se empieza a vender en Pennsylvania (EEUU) en 1912 a través de la American Gasoline Company. No es hasta 1934 cuando se vende la primera bombona de butano en Francia, pero a nuestro país tardó en llegar, entre otras cosas, por los acontecimientos bélicos: Guerra Civil Española y Segunda Guerra Mundial.

Gasógeno

La España de la posguerra carecía de todo: comida, bienes de primera necesidad… y por supuesto combustible. Los pocos vehículos que sobrevivieron a la guerra y las incautaciones tuvieron que recurrir a un artilugio conocido como gasógeno. Consistía en una caldera adicional que se instalaba en los vehículos.

Esta caldera producía monóxido de carbono (CO o gas pobre) a partir de la combustión ineficiente de lo que fuese: madera, ropa o cualquier cosa que prendiese. Este gas se almacenaba en un depósito y se inyectaba al motor, con una notable pérdida de potencia, pero era eso, o era empujar.

España vuelve a adoptar el vehículo privado

Durante los años 40, 50 y 60, el medio de transporte privado más utilizado con motor era la motocicleta. Además de la falta de fabricantes y las dificultades para importar del exterior, el poder adquisitivo de la población era bastante bajo. Esto empieza a cambiar en los años 60.

En 1957 se crea la empresa Butano, S.A., que con el tiempo acabó siendo Repsol Butano y por ende una división de la petrolera española. El GLP comienza a usarse de forma mayoritaria como un combustible para calefacción doméstico e industrial para ir reemplazando el uso de la madera o el carbón.

El uso para automoción es muy bajo hasta bien entrados los años 80, solo se utiliza para vehículos de servicio público como autobuses o taxis. Desde la época del SEAT 1500 hay historias de taxistas que conducían con bombonas de butano en el maletero.

SEAT 1500 taxi
Fotografía: Carlos Delgado; CC-BY-SA

Los que vivieron esa época pusieron muchos reparos acerca de la fiabilidad de las instalaciones, ya que la combinación de GLP con carburación era delicada y convenía tener los servicios de un buen mecánico que ajustase el dosificador. En el lado de los particulares, el GLP es un combustible desconocido.

El auge del gasóleo como combustible de automoción se nota mucho en el gremio del taxi. Cada vez los motores dan mejores prestaciones y consumos muy ventajosos frente a los gasolina, pero fundamentalmente el bajo precio del gasóleo es el acicate.  Con el tiempo, la fiebre del Diesel también llega a los particulares.

En 1988 comienza una experiencia piloto para comprobar la viabilidad del GLP en transporte público, y el anterior MOPU colabora con las empresas de transporte de Badalona, Palma de Mallorca, Barcelona y Valladolid. Se transformaron diversos autobuses Pegaso 6038 por el propio fabricante.

Pasada esta experiencia, ya en 1993, Valladolid se decide por el GLP y antes de 2010 llega a tener más 100 autobuses a gas. También encontramos movimientos en la EMT madrileña para diversificar, poco a poco, la energía que mueve sus autobuses.

Opel Astra Dualfuel

En el Siglo XXI empieza a desarrollarse de verdad

Hasta el año 2003, el GLP estaba penalizado con 796 euros por tonelada de impuestos de hidrocarburos (IEH) para uso particular, mientras los vehículos de servicio público lo tenían a 57,47 euros por tonelada. Además, hasta el año 2000 es ilegal la homologación en origen de turismos particulares que usen gas.

En 2003 se reduce mucho la carga fiscal al GLP particular, hasta 125 euros la tonelada, y posteriormente se reduce al mismo precio que los vehículos SP.  En ese mismo año se permite la conversión para los vehículos privados. Pero sigue habiendo muchos obstáculos burocráticos también para establecer puntos de repostaje.

Precios GLP (2009)
Precios GLP (2009)

Gracias a las directivas europeas, el GLP pasa a tener congelada la parte de IEH hasta el año 2023, y es especialmente beneficioso porque gasolina y gasóleo han visto encarecida notablemente su parte impositiva desde 2009, desde que estalla la crisis económica e hipotecaria y las arcas del Estado se llenan de telarañas.

Hasta 2009 se pudo convertir cualquier turismo particular a gasolina para funcionar con GLP, con el proyecto de un ingeniero, algo más barato que hoy día. Sin embargo, se cambia la ley para retroceder cual cangrejo y se pone un importante freno a la conversión, la famosa R-115.

En castellano, eso significa que solo pueden convertirse a GLP los vehículos que hayan pasado una homologación conforme a la normativa R-115 para una motorización concreta, algo fuera del alcance de un usuario y que queda en manos de los distribuidores de gas. Obviamente, se facilitan las homologaciones que más unidades acaban en conversión, para recuperar costes de homologación.

Precios GLP (2013)
Precios GLP (2013)

Situación actual

Afortunadamente el Gobierno acaba reculando en su pésima decisión, aunque solo en parte, y acaba permitiendo la conversión a cualquier turismo de gasolina siempre y cuando cumpla en origen la normativa de emisiones Euro 3. Esto restringe la conversión a modelos vendidos a partir de 2001.

Principalmente debido al encarecimiento descontrolado del combustible convencional, el GLP empieza ganar adeptos, casi cuesta lo mismo que la gasolina hace 8-10 años. Aunque nunca ha sido tan caro, está claro que la gasolina es prohibitiva y es la alternativa más razonable que hay hoy día.

Allá por 2009, la situación del GLP era lamentable en España: menos de 30 talleres, mismo número de gasolineras… Hoy día tenemos casi 400 surtidores de uso público (a octubre 2014).

Para 2015 se espera que haya unas 500 estaciones de servicio, lo cual acercará el GLP a regiones hoy día desabastecidas, donde no tiene ningún sentido tener un vehículo transformado salvo que exista la posibilidad de repostar en un surtidor privado en el caso de flotas o vehículos de uso público.